Por Yasmina Domínguez Cardona

Veterinaria y vocal clínica del Colegio Oficial de Veterinarios de Almería

No puede haber consenso a la hora de indicar a los propietarios de nuestros pacientes la frecuencia con la que deben bañar a su perro. Os cuento por qué.

El primer factor a tener en cuenta es la gran variabilidad de razas. Por suerte, la vida animal ha evolucionado de forma que nos encontramos con pacientes de pelo largo que pesan 60 kilos y con otros de pelo muy corto, o sin pelo, que no llegan a los dos kilos. Por otro lado, el hábitat en el que está. Esto va a hacer que necesite más o menos baños, pues hay perros que solo pisan asfalto y no se les mueve un pelo de su sitio y otros a los que dan ganas de bañar todos los días porque vuelven a casa hechos una piltrafa.

No necesitará los mismos baños un perro de trabajo, que vive en una finca, que otro que convive íntimamente con nosotros y que se sube al sofá, a la cama, va en el asiento del coche o juega en la alfombra con los niños. De hecho, hay perros que no se han bañado nunca y que mantienen una piel y pelo en perfecto estado de salud.

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Demos un repaso a la piel y el pelo. La piel es su órgano de mayor tamaño, muy fino (de 1 a 5 milímetros de espesor), que no solo sirve de barrera física con el exterior, sino que contiene una rica variedad de microorganismos (bacterias), que sirven de defensa. Estas bacterias se han de mantener en equilibrio para poder servir de protección ante agentes externos nocivos. La piel sana les ayuda a regular la temperatura y actúa de almacén de vitaminas, proteínas y grasas. El pelo también presenta una enorme variabilidad. Tenemos perros de pelo largo y sedoso, rizado, corto, alambrado o sin pelo. Casi todas las razas tienen dos tipos de pelo: el protector, externo y grueso, y el secundario, interno y más fino, denominado subpelo. Estos dos tipos de pelo no solo hacen de protección para mantener lejos de la piel agentes nocivos, sino que les ayuda a regular la temperatura, pues quedan huecos entre ambos donde queda retenido el aire fresco.

PielDe la misma forma, no todos los perros mudan. Como mecanismo natural para adaptarse a los cambios de temperatura externa y de luz, lo frecuente es que casi todas las razas hagan una muda dos veces al año, que suele durar de entre 20 y 45 días. También es cierto que hay razas con pelo de crecimiento continuo que no hacen la muda, así como que, por nuestra influencia con pelados, aire acondicionado o calefacción hemos influido en la frecuencia e intensidad de la muda de nuestras mascotas, haciéndola impredecible en muchos casos.

Sus glándulas sudoríparas no tienen la misma actividad que en el hombre, así que, salvo en las almohadillas, no van a sudar. Sí que tienen una gran actividad sus glándulas sebáceas que, con su secreción, conforman un film lipídico superficial que protege de forma espectacular su piel y pelo. Vistas las características de la piel de nuestro perro, ahora os cuento lo que podemos hacer con su higiene y los baños.

Cepillar o peinar con frecuencia contribuirá a eliminar polvo, suciedad y pólenes. Esto va a reducir la frecuencia de los baños y los ayudará a no padecer o mejorar los síntomas de alergia o atopia. Limpiar las zonas de cara, hocico, vulva o prepucio, ano y patas con una bayeta de microfibra humedecida en agua caliente. Así, evitaremos que deje en casa restos orgánicos, se mantendrá más limpio y reduciremos la frecuencia del baño. Esta bayetas son fáciles de lavar e higienizar.

A la hora del baño hay que tener en cuenta muchos factores: no puede suponer una tortura para el animal ni un sufrimiento para nosotros. Desde pequeño debe relacionar el baño como una experiencia agradable y lúdica. Debemos tomarlo con calma, comenzar de forma relajada y, si no queda perfecto, ya lo conseguiremos la próxima vez. La adaptación puede comenzar con ponerlo a remojo en un barreño con agua tibia y jabón, e ir empapándolo con una manopla o cepillo para enjuagarlo con suavidad después. Dejad la cabeza para el final, se sentirá más seguro. Cuidado con los oídos, que no les entre agua directamente. Si el veterinario no lo desaconseja, se puede bañar un perro desde muy temprana edad y siempre que lo necesite. Parece consensuado que bañar cada mes o cada seis semanas puede ser lo menos perjudicial.

Si tiene alguna patología los veterinarios prescribimos champuterapia, en algunos casos, incluso, a diario, pero si está sano, la frecuencia debe ir en función de las necesidades de higiene, olor y bienestar tanto del perro como de la familia. Lo fundamental es usar un champú adecuado y de calidad. No podemos usar el nuestro, ya que su piel no es igual. Preguntad siempre a vuestro veterinario. Os vamos a recomendar el más adecuado teniendo en cuenta la hidratación, la reestructuración y la recuperación del film lipídico superficial. Del mismo modo, no utilizar champús medicados o con insecticidas salvo prescripción, el daño a la piel puede ser irreversible.

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El aclarado ha de ser a conciencia, insistiendo en la zona de párpados y ojos y, el secado, cuidadoso. Si es posible, hay que dejar que se sacudan de forma natural. Utilizar primero toallas con gran poder de absorción (las que se venden para los nadadores funcionan muy bien) y el secador utilizarlo a temperatura baja y en continuo movimiento, ayudándonos de un cepillo. En invierno deben bañarse en un lugar cálido y sin corrientes, para evitar que les pueda costar un resfriado. Las quemaduras por el secado son muy frecuentes, pues ya hemos visto que tienen la piel muy fina. Si no os veis capaces, buscad un buen peluquero canino, hay muchos muy bien formados y que utilizan productos de excelente calidad.

Los oídos se deben secar a conciencia y sin utilizar bastoncitos en el interior. En muchos casos, los veterinarios recomendamos utilizar limpiadores específicos después del baño, que conseguirán anular el efecto del agua. En resumen, lo bañaremos cada vez que lo necesite y siempre que sea una buena experiencia, para ambos claro.